`Dale un pescado a un hombre y comerá un día, enséñale a pescar y comerá todos los días'
Cuando se vuelve imposible rastrear el origen de un proverbio, en automático se le atribuye a los chinos de la antigüedad. Tenemos en tan alta estima la milenaria sabiduría oriental que si algún aforismo no tiene un origen claro, se lo achacamos sin más a Confucio, a Lao Tsé o a Fu Manchú.Si es inteligente, con seguridad lo dijo algún chino y si es especialmente profundo o aleccionador, lo dijo hace mucho tiempo.
Intenté averiguar la procedencia de aquella perla de la sabiduría popular que, no obstante lo resobada, rezuma verdad y dice: "Dale un pescado a un hombre y comerá un día, enséñale a pescar y comerá todos los días".
Y en efecto, las primeras fuentes consultadas imputaban este apotegma a algún anónimo pero sesudo asiático con la consabida atribución "proverbio chino". Aunque algunos más temerarios, sin aportar pruebas tampoco y sin que la mano les temblara, se lo adjudicaban a algún ancestro de Jackie Chan.
La cosa se pone mejor cuando otras "voces autorizadas", con más fe que certidumbre, aseguran que el aforismo en cuestión es un pasaje bíblico.
-"Si luego, luego se nota que es Palabra de Dios ¡Me canso que está en la Biblia!
-"¿Ah sí? ¿Y en qué parte?".
-" `Ora lo verás. déjame buscar. por aquí. Corintios. Efesios...
Tesalonicenses. hmmm. ¿no te acuerdas tú en cuál capítulo viene lo de Tarzán de los Monos?".
Otros favoritos del ciberespacio para colgarles todas las citas sin padre son Lennon, Chaplin y Einstein. ¡Pobres! Ya suficiente tienen con estar muertos como para tener que estar desmintiendo cursilerías que nunca dijeron.
El caso es que la procedencia del dicho aquel continuaba ignoto cuando encontré algunas variaciones del mismo:
"Dale un pescado a un hombre y comerá un día, enséñale a pescar y tendrás con quién salir los fines de semana".
"Dale un pescado a un hombre y comerá un día, enséñale a pescar y véndele el equipo y los accesorios".
"Dale un pescado a un hombre y comerá un día, enséñale a pescar y comerá todos los días. a menos que no le guste el sushi, en cuyo caso también tendrás que enseñarle a cocinarlo".
"Dale un pescado a un hombre y comerá un día, enséñale a usar `la red' y no te molestará en semanas".
Las contribuciones son muchas, hay una casi para cada momento y lugar. ¿Pero qué con el escurridizo origen del mentado dicharacho?
La versión más plausible que encontré nos remite a la literatura inglesa del siglo 19. La novela "Mrs. Dymond" de Anne Isabella Thackeray Ritchie, incluye las siguientes líneas:
"Desde luego, no practica sus preceptos, pero supongo que el patrón quería decir que si le das a un hombre un pez, al cabo de una hora vuelve a tener hambre, pero una buena acción de verdad es enseñarle a pescar".
Previo a esto, no es rastreable evidencia que nos conduzca a pensar en que se trata de una enseñanza milenaria.
Aun así, como dije, lo gastada y relativamente reciente no leresta un ápice de verdad.
Los programas de asistencia social, como bien sabemos, son eso mismo: pescado obsequiado, que alivia el hambre momentáneamente pero mata el carácter y crea dependencia.
Sucede que los gobiernos (al menos no los buenos gobiernos) no desean gente emancipada, libre o autosuficiente, sino todo lo contrario: jodidos en un sentido material, intelectual y anímico que les garanticen ser refrendados en cada oportunidad.
La misión real de un gobierno sería la de cerciorarse que cada uno de sus ciudadanos supiera cómo pescar y tuviera los medios y condiciones para hacerlo.
En cambio el pescado, que representa el atraso perpetuo, viene en forma de ignominiosas despensas y otros enseres que, sospechosamente, se multiplica en vísperas de elecciones.
No es de extrañar pues que el Gobierno Estatal distribuya al día de hoy puntualmente sus despensas y reinvente así aquel viejo proverbio:
"Dale un pescado a un hombre (en el momento oportuno), evita por todos los medios que aprenda pescar, asegúrate de que vote por ti y así tú comerás todos los días".
Fuente: vanguardia.com.mx
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